Luna Cristal de la Cooperación

Es momento de unificar, compartir y cooperar para comprender que nuestro trabajo personal sigue evolucionando más allá de nosotros a través de los demás. Poner el límite o el objetivo solo en nosotros es de mente miedosa, orgullosa y egocéntrica, en cambio poner el límite en los demás nos abre a infinitas posibilidades, puertas y caminos en los que podemos seguir avanzando colectivamente y personalmente.

Unificar es cooperar, es que cada uno aporte lo suyo para hacer algo más grande y maravilloso, por lo que requiere estar al servicio de lo común por encima de lo individual. Nos encanta el juego del yo sé mucho, nos encanta que nos adoren, dar lecciones, que nos llamen maestros… nos encanta que nos adulen y nos sigan, forma parte de la personalidad que creamos dentro de la dualidad; Estamos acostumbrados a batallarlo todo, a ganarle la partida al otro de infinitas maneras y, ¿para qué?, para nutrir nuestra separación y destacar sobre el resto, sin darnos cuenta que a su vez nos vamos separando de lo real, verdadero y humano.

La verdadera batalla está en dejar de batallar, en dejar de buscar rivales y contrincantes, en dejar de competir tanto mentalmente cómo emocionalmente. Normalmente el que batalla busca reconocimiento, busca seguridad, busca esconderse de la verdad y por tanto, alejarse de sí mismo. El que busca la paz se abre a los demás, permite y acepta lo que vive, muestra su valentía y confianza sin sentirse débil o vulnerable.

Así rendirse a la unificación no es abandonar lo que somos ni devaluar lo que sabemos, es contribuir para el bien común en lo que hemos sido capaces de destacar, para facilitar al otro que pueda llegar más lejos en lo que él, también ha sido capaz de destacar. Este es un proceso bidireccional donde todos salimos ganando, ya que no existe el concepto “perder”.

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A lo largo de este ciclo la energía del tono 12 nos recuerda que para llegar a cumplir los objetivos que nos hemos propuesto, necesitamos rendirnos a la vida para empezar a aceptar la colaboración de toda criatura viva. Aprender del mundo natural es entender que un árbol no crece solo, un pájaro no sobrevive solo, un hombre no existe solo, todo lo que les rodea influye, ayuda y aporta para que cada uno cumpla su misión.

Aprender a ser humanos es comprender que no hay nadie ni más ni menos, que todos hemos decidido involucrarnos en este viaje y que debemos respetarnos, ayudarnos y aceptarnos. Con humildad y amor, nos abrimos a la luz de los demás para cooperar y compartir, transmitir y recibir, y así unificarnos con la vida.

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