Onda

Ámate eres la Fuente de tu Grandeza

Onda Encantada de la Semilla

Madre siempre me contaba la historia que yacía en las raíces del bosque que abrazaba nuestra casa desde antes de nacer yo. Me contaba que había surgido de una semilla que contenía la magia del creador y a mí me entusiasmaba oírla.

Recuerdo que cuando era pequeña me levantaba de la cama dando un salto y corría hacia el bosque, me encantaba el olor a fresco que desprendía, cerraba los ojos para que su aroma penetrara puro por mis poros; recuerdo que Madre siempre me despertaba con su llamada, devolviéndome a la realidad.

Mi juego favorito era ir en busca de la semilla original de la que surgió el bosque, me sentía aventurera, valiente y vital, observaba cada rincón una y otra vez; el bosque pasó a ser parte de mí.

Por la noche Madre me volvía a narrar la historia y cuándo terminaba yo siempre le preguntaba: ¿cómo algo tan grande podía caber en algo tan pequeño?; ella sonreía y siempre me respondía: de igual forma que tu cabías en mi barriga. Y me daba las buenas noches.

Un día, después de acabar mis tareas fui a jugar al bosque, entretenida mirando a todas partes tropecé con una gran raíz que sobresalía del suelo, quedé tumbada boca abajo con la boca llena de tierra y los ojos llorosos por el susto. Al darme la vuelta me quedé maravillada de lo alto y grande que era el árbol con el que había tropezado.

Me deje caer con la mirada puesta en el cielo, sus hojas y ramas conquistaban las alturas, mi cuerpo se relajó. Sentí el tacto de la tierra en mi espalda, cerré los ojos y me dejé transportar, ¡es el mismo aroma!, pensé, su frescura era inconfundible. Y casi sin darme cuenta me recordé dentro de la barriga de Madre.

Me embargó un remolino de Amor, de calidez y ternura, mi corazón latía con fuerza y sentía que todo era posible. No recuerdo cuanto tiempo pasó, solo recuerdo oír a Madre llamarme junto con una sensación de grandeza.

Aquella noche Madre me contó de nuevo la historia del bosque y cuándo terminó le dije: Ya sé cómo algo tan grande puede caber en algo tan pequeño, Madre sonrío y mientras me abrazaba me susurró: ámala, tu semilla es la fuente de tu grandeza. Me quedé sonriendo en mi cama mientras ella me daba las buenas noches.

¡Qué recuerdos!… ahora ya soy Mujer y Madre, tengo un jardín lleno de arboles y flores que he plantado; cada noche cuento la historia del bosque que me hizo compañía en mi infancia, mis hijos nunca lo han visto, nunca han estado allí y aun así sus ojos brillan al oírla. Cuando termino la historia me preguntan: ¿cómo algo tan grande puede caber en algo tan pequeño?, yo sonrió y les respondo: de igual forma que vosotros cabíais en mi barriga. Y les doy las buenas noches.

El Amor surge del Corazón conectado a tu grandeza, expandirlo a través del Aire, el Agua, la Luz y la Tierra es cosa tuya

Amar tu Semilla es Amar lo que Eres y es en ese instante que Floreces

Gracias Madre

Ingrid de Manuel Guasch

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