Onda

Corazón Alado

Onda Encantada de la Serpiente

Iniciamos nuevo ciclo, 13 días para trabajar conscientemente con nuestro estado vital en todos sus aspectos, variaciones y detalles. La energía de la serpiente nos recuerda la importancia de conectar con la parte más tierra, más ancestral de nosotros y a su vez nos avisa que ese es un espacio de partida, un lugar desde donde iniciar el viaje vital.

Si nos situamos en el punto de inicio desarrollamos las habilidades físicas, instintivas y salvajes, la naturaleza más antigua, más básica, en la que tenemos que aprender a sobrevivir. Pero esto es el inicio, desde ahí enraizamos y nos nutrimos de fuerza vital para emprender la búsqueda más allá de lo conocido, adoptar la actitud evolutiva necesaria es vital en este segundo paso.

Nuestros instintos nos avisan del miedo que recorre nuestro cuerpo cuando queremos avanzar en un espacio diferente al que estamos acostumbrados, pero el cuerpo también emite señales positivas de ilusión, motivación y superación; así que es nuestra elección hacer caso más de unas que de otras consiguiendo empequeñecernos o engrandecernos.

Lo que es seguro es que nada fuera de nosotros lo provoca y desde un punto de vista más elevado solo se ve la fuerza luminosa que desprendemos, así cuando dudamos, nos enganchamos a los miedos y limitamos nuestras opciones nuestra luz disminuye, pasa todo lo contrario si decidimos emprender el rumbo aun cuando tenemos miedo, nuestra luz se expande y eleva.

En este siguiente paso alzamos nuestra mirada, nos esforzamos en llegar más alto, como el niño que ingenia mil maneras de coger las galletas que mama tan celosamente ha guardado bien arriba para que no se las zampara; elevarnos nos supone desapegarnos del suelo, dejar nuestros enganches y estructuras básicas para hacerlas evolucionar.


La serpiente vuela por la tierra libre, sintiendo el palpitar de su corazón alado


Y así a medida que avanzamos debemos ir estabilizando cuerpo y mente para que las emociones no nos superen. Soltar no es fácil, te sientes desamparado, vacío, culpable, necesitado… la sensación de pérdida no es más que nuestra madurez abriéndose paso a través de nuestras resistencias.

Enfadarse es natural pero también es la defensa que construimos debido a falsos orgullos, egos heridos y exigencias hacia nuestras necesidades de atención y acompañamiento.

Por eso a veces el camino se nos hace arduo y sufrido, desconectamos de la fuerza que nos impulsa a ascender y rechazamos las alas que nos ayudan a volar. Mantenernos obstinados no nos sirve de nada, crear salidas supone rendirnos y aceptar que al fin y al cabo somos humanos.

Emocionalmente actuamos como niños en cuerpos de adulto y el cambio interno que eso nos supone tiene que ver con recordarnos que nada es tan grave, necesario ni vital cómo reconducir nuestro enlace tierra.

A lo largo de este ciclo reconducimos la energía para que nos de la fuerza necesaria que necesitamos para que nuestro cuerpo sincronice corazón y mente hacia un mismo objetivo, elevar nuestra luz para impregnarnos de la esencia vital que nos ofrece la tierra. Así dotamos de alas a nuestro corazón.

Ingrid de Manuel Guasch

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